domingo, 26 de octubre de 2008

UNIDAD 4. LA BAJA EDAD MEDIA

INTRODUCCIÓN

La Península Ibérica en los siglos XIV y gran parte del XV carecía aún de unidad política. Seguían repartiéndose en cinco reinos (Granada, Castilla, Aragón, Portugal y Navarra). Una característica fundamental de los reinos cristianos fue que, como el resto de las monarquías europeas, fueron afectados por la crisis y el estancamiento. La peste, la despoblación del campo, la carestía, la elevación de los salarios, el hambre, etc., que eran las principales consecuencias de esta crisis, suponían el comienzo de una época turbulenta que conduciría a un malestar crónico en los distintos estamentos sociales. Las relaciones entre los distintos reinos peninsulares dinásticas, políticas, económicas, religiosas, etc., se vieron también afectadas por el malestar interno y exterior.

A. Organización política e instituciones: El Reino de Castilla.

En la zona occidental de la península aparecieron tres grandes núcleos políticos: los reinos de Portugal, León y Castilla. Portugal siguió una historia diferenciada, y León y Castilla vivieron un complejo proceso en el que ambas coronas se unieron y desunieron a lo largo de los siglos XI y XII. Finalmente con Fernando III de Castilla tuvo lugar la unión definitiva en el 1230.
El más importante de los reinos cristianos, Castilla, presentaría dos momentos distintos durante este período. En el primero, correspondiente a la primera mitad del siglo (XIV), el problema fundamental sería controlar el Estrecho de Gibraltar, para evitar nuevas invasiones norteafricanas, como las que habían protagonizado almorávides y almohades. Máxime cuando se había creado un tercer imperio en el Norte de África, el de los benimerines, que aliado del reino de Granada (vasallo de Castilla), se estaba convirtiendo en una gran amenaza, ya que llegó a poseer, Gibraltar y Algeciras. Este problema se resolvería con Alfonso XI (1312-1350), que inflingió a los benimerines una derrota decisiva de la batalla del Salado (1340); además logró una cruzada para la reconquista de Algeciras que se logró en 1344. Granada se comprometió a pagar 10.000 doblas anuales de parias renovando su vasallaje. Alfonso XI, que dio fuerza legal a las Partidas en las Cortes de Alcalá de Henares (1348) asedió la plaza de Gibraltar pero murió en el asedio.
La segunda mitad del siglo estaría marcada por la inestabilidad. El hijo y sucesor de Alfonso XI, Pedro I el Cruel (1350-1369) se vio envuelto en intrigas al frente de las cuales estaba su hermano bastardo Enrique, conde de Trastámara y futuro rey; en guerra, y la mayor parte de la alta nobleza castellana. La situación se complicó más al relacionarse con el conflicto de la Guerra de los Cien Años que asolaba Europa. Pedro se convirtió en aliado de Inglaterra y Navarra, y en enemigo de Francia y Aragón. El enfrentamiento terminó con la victoria de Enrique (1369) que supuso un cambio de dinastía en Castilla. El nuevo monarca, Enrique II, consolidó la monarquía con el apoyo de los judíos, a los que antes había perseguido, y que eran la única clase financiera de Castilla, y entregar privilegios a los aristócratas que le habían apoyado. La consolidación de los Trastámaras continuó con su hijo Juan I que, continuó la alianza con Francia y se enfrentó a Portugal (aliado de Inglaterra) siendo derrotado en Aljubarrota (1383). Tras esta derrota decidió consolidar el reino, apoyándose en las ciudades. El objetivo fundamental fue el Ejército (se forman cuatro cuerpos permanentes) bajo la dirección real.
Con Enrique III (1390-1406) continuó la política centralizadora de Juan I. Su temprana muerte y la juventud de su hijo abrió la regencia a su hermano Fernando, que gobernaría Castilla hasta 1416, y consiguió Antequera en 1410.
Tras su muerte, los llamados “infantes de Aragón” acaudillaron a los nobles castellanos contra Juan II (minoría de edad) y su privado Álvaro de Luna. Fue un momento de lucha entre las diferentes noblezas castellanas. El monarca, mediatizado por unos y otros, acabó perdiendo su autoridad.
El próximo reinado fue el de Enrique IV (1454-1474), hermanastro de la futura Isabel la Católica, y de Alfonso. El nuevo monarca heredaba el problema de una nobleza díscola y fuerte que llegaría a deponer “en efigie” a Enrique IV (Farsa de Ávila, 1465) por la subordinación de este a Beltrán de la Cueva. El nombramiento de su hermanastro Alfonso para sucederle y, a la muerte de éste, en 1468, la designación como heredera de Isabel –con olvido de los derechos de su hija Juana, denominada “la Beltraneja”- marcaron la máxima decadencia del oder real en Castilla. Sin embargo, la boda de Isabel con el hijo y heredero de Juan II de Aragón, Fernando, y la de Juana de Castilla con Carlos de Valois, hermano del rey de Francia Luis XI, potenció ambos bandos, mientras Enrique mantenía una actitud indecisa. Esto explica porque a su muerte (1474) y sucederle Isabel, se produjo una guerra con Portugal instigada por los partidarios de Juana.
La organización territorial del reino era muy compleja. Dentro del reino de Castilla existía el reino de Galicia, el señorío de Vizcaya y los territorios de Álava y Guipúzcoa. Así el monarca tenía los títulos de Rey de Castilla, León, señor de Vizcaya...
Por tanto, la historia política de los siglos XIV y XV fue realmente compleja y estuvo llena de crisis. Al fortalecimiento del poder real conseguido por Alfonso XI con la aprobación del Ordenamiento de Alcalá en 1348, le sucedió una brutal crisis con la guerra civil entre el Pedro I el Cruel y Enrique II de Trastámara. La victoria de este último trajo una nueva dinastía, los Trastámara, al poder y el fortalecimiento del poder nobiliar ("las mercedes enriqueñas").
Castilla fracasó en su intento de anexión de Portugal en la batalla de Aljubarrota (1385).

Las Instituciones
El rey se veía asistido en su acción de gobierno por diversas instituciones centrales: el Consejo Real, la Audiencia, encargada de la administración de justicia, y la Real Hacienda, encargada de los impuestos.
En estos siglos se fueron construyendo dos instituciones claves para el poder real: un Ejército Real permanente y una Burocracia cada vez más compleja, formada por letrados, expertos preparados en las universidades.
En el siglo XII (1188) nacieron las Cortes, asamblea estamental formada por representantes de la nobleza, el clero y las ciudades. Este organismo carecía de poder legislativo pero decidía sobre los impuestos extraordinarios y tenía la capacidad de presentar peticiones al rey.
La administración local se basó en la institución de los Concejos. Los Concejos o Ayuntamientos terminaron bajo el control de las oligarquías urbanas (nobleza, clero, burgueses).



B. Organización política e instituciones: La Corona de Aragón.

Aragón iba a realizar durante este siglo una espectacular expansión territorial en el Mediterráneo, que le convertiría en una gran potencia. El proceso comenzó con Jaime II, que inició las gestiones que le conducirían a la conquista de la isla de Cerdeña. Aragón introdujo las prácticas feudales y comerciales catalanas. No significó el final de la expansión aragonesa, sino, el comienzo de la expansión aragonesa, que pretendía potenciar el comercio con el Próximo Oriente. Esta política fue continuada por Pedro IV el Ceremonioso y consiguió la reintegración (1389) del reino de Mallorca a la Corona de Aragón, incluidos su territorios del Rosellón y Cerdaña.
En el siglo XV el hecho más importante va a ser la elección de una nueva dinastía: los Trastámara. El origen de este proceso está en la muerte de Martín el Humano, último rey de la Casa de Barcelona (1410) sin herederos directos y sin haber designado sucesor. Se decidió, en el Parlamento de Alcañiz, depositar el difícil cometido de elegir rey en unas pocas personas que designarían el Gobernador General y el Justicia Mayor de Aragón. Salió elegido Fernando de Antequera, regente de Castilla. En el plano interior, y presionado por las Cortes, reglamentó la Deputació del General de Catalunya y marcó las directrices de la política que serviría de pauta en el Mediterráneo a sus hijos Alfonso y Juan.
Su hijo, Alfanso V el Magnánimo, adoptó el catalán como lengua oficial de la Corte. Conquistó el reino de Nápoles. El traslado de la capital de la Corona de Aragón desde Barcelona a Nápoles perjudicó a Cataluña en la etapa decisiva del paso al Renacimiento. Valencia se convirtió en la capital financiera de la Corona de Aragón. A su muerte, Alfonso V legó sus estados hispánicos a su hermano Juan II de Aragón (1458-1479). Juan estaba casado con Blanca de Navarra, heredera de esta corona. Al recibir la corona de Aragón, era obvio que su hijo, Carlos de Viana, heredaría la de Navarra.

El reino de Aragón más que un reino unificado fue una confederación de reinos, Aragón, Valencia y Mallorca, y el Principado de Cataluña que poseían distintas instituciones y leyes.A menudo se caracteriza la monarquía aragonesa como una “monarquía pactista”, en la que el poder del monarca era débil y el rey debía de pactar con los estamentos privilegiados y respetar las leyes de cada reino a la hora de tomar una decisión.Al frente de cada reino había un lugarteniente del Rey que actuaba como su delegado.Otras instituciones eran el Consejo Real y la Audiencia.En el siglo XIII nacieron las Cortes en los reinos de Cataluña, Aragón y Valencia. Fueron organismos independientes en cada reino y fueron adquiriendo un creciente poder.
Las Cortes eran asambleas estamentales donde se reunían representantes de los dos estamentos privilegiados y del patriciado urbano (alta burguesía de las ciudades). Dominadas por la nobleza y el clero, controlaron el poder del monarca y velaron por los intereses feudales del clero y la nobleza limitando el poder del monarca.Las Cortes catalanas crearon una institución, la Diputación del General de Cataluña o Generalitat, que se convirtió de hecho en una especie de gobierno del Principado. En Valencia y Aragón se crearon posteriormente Diputaciones del Reino, instituciones similares a la catalana.En Aragón existió la institución del Justicia de Aragón, cargo asignado a un miembro de la nobleza que velaba por el mantenimiento de los privilegios estamentales frente al poder del rey.La Administración territorial se organizó en merindades o veguerías. El órgano de poder en las ciudades fue el municipio que a fines de la Edad Media quedó bajo el control de las oligarquías locales (Concell de Cent de Barcelona).


C. Crisis demográfica, económica y política.


Los siglos XIV y XV estuvieron marcados por una profunda crisis demográfica, económica y política. En Castilla la crisis tuvo su apogeo en el siglo XIV, mientras que en Aragón y Cataluña el momento peor fue el siglo XV.Crisis demográfica
Castilla durante el siglo XV se desarrolló bajo el siglo de la recuperación demográfica aunque también se registraron nuevos brotes epidémicos en 1400, 1422, 1435, 1468.
La crisis demográfica en la Corona de Aragón comenzó con la ola de hambre que sufrió Cataluña en 1333. La peste incidió en una población muy debilitada por el agotamiento de las tierras y las guerras. A partir de 1348 hubo periódicos brotes de peste.Las malas cosechas se repitieron a lo largo de estos siglos. Las técnicas agrícolas no habían evolucionado lo suficiente para evitar los estragos causados por la mala climatología.
El ciclo se repitió varias veces: malas cosechas, escasez de alimentos, carestía, hambre. En esas circunstancias de desnutrición, la población era fácilmente atacada por las epidemias. La Peste Negra 1348-1851 fue la más brutal, pero no la única. Se estima que en algunas zonas la población descendió entre el 20 y el 40%.Crisis económica
Crisis demográfica golpeó duramente a una agricultura que no había evolucionado tecnológicamente. Amplias zonas se despoblaron, reduciéndose las tierras puestas en cultivo a la vez que, en muchas zonas, escaseaba la mano de obra campesina. El descenso de las rentas de los grandes propietarios, la nobleza, fue la lógica consecuencia de esta situación.Esta nueva situación (falta de mano de obra, zonas despobladas y tierras no cultivadas que podían ser utilizadas para pastos) llevó a que en Castilla la ganadería transhumante ovina se impusiera como principal actividad económica. Los privilegios del Honrado Concejo de la Mesta, asociación de los grandes ganaderos castellanos fundada por Alfonso X el Sabio en el 1273, aumentaron notablemente.La artesanía también entre en declive ante el descenso de la demanda provocado por el descenso demográfico y el empobrecimiento de la población.
El comercio fue la actividad menos afectada por la crisis:
El comercio castellano continuó creciendo. Basado en la exportación de lana y la importación de productos manufacturados de lujo y dirigido esencialmente a Flandes..
El comercio catalán en el Mediterráneo , se basó en la exportación de productos textiles y la importación de sedas y especias, se mantuvo en el siglo XIV, aunque decayó en el XV.
En estos siglos hubo importantes avances comerciales: ferias (Medina del Campo), consulados (catalanes por todo el mediterráneo), técnicas bancarias (letra de cambio, sociedades mercantiles)Crisis social
Para conocer los conflictos sociales de la Baja Edad Media Peninsular es necesario conocer la estructura social de las mismas. Podemos distinguir, dentro de los tres estamentos clásicos que se prolongan hasta el final del Antiguo Régimen-belatores, oratores y laboratores-, cinco grupos sociales muy amplios: la Aristocracia, la burguesía, el clero, el campesinado y los grupos sociales marginales (judíos, mudéjares y conversos).
Otro grupo social que vivió en el siglo XIV una de sus peores épocas fue el pueblo judío. Durante la guerra civil entre Enrique de Trastámara y Pedro I se desató una ola de antijudaísmo de gran virulencia, debido al dinero que debía la Iglesia Cristiana y la nobleza a los judíos. El hecho más importante fue el asalto a la judería de Toledo, donde estima, según los cronistas hebreos, que fueron asesinados entre 8.000 y 20.000 judíos, y culminó con el progrom de 1391. Como resultado de esta violencia, muchos judíos se convirtieron al cristianismo. Serán los conversos o cristianos nuevos. La disminución de ingresos de la nobleza llevó a que los grupos sociales dominantes intensificaran la explotación del campesinado estableciendo nuevos y más duros derechos señoriales.
La reacción campesina llevó a diversos levantamientos en el siglo XV:
Guerras irmandiñas en Galicia.
Payeses de remensa en Cataluña. Este conflicto concluyó con Sentencia arbitral de Guadalupe de 1486 adoptada por Fernando el Católico. La sentencia puso fin a la última reminiscencia de la servidumbre medieval en España.
El malestar social dio lugar a otros tipos de conflicto. Conflictos sociales urbanos, como el que enfrentó a la Biga, alta burguesía, y la Busca, clases populares, en la Barcelona del siglo XV. Crisis política
La crisis generalizada tuvo también su expresión política. El foco de conflicto principal fue la pugna entre los monarcas y los grupos privilegiados, nobleza y clero, por la hegemonía política.
En Castilla hubo varios conflictos de gran gravedad:
La guerra civil entre Pedro I y Enrique de Trastámara a fines del siglo XIV trajo al trono a una nueva dinastía, los Trastámara, y significó el triunfo coyuntural de la nobleza
Los reinados de Juan II y Enrique IV en el siglo XV se caracterizaron por múltiples conflictos. A Enrique IV le sucedió su hermana Isabel de Castilla.
En Aragón estalló la guerra civil al enfrentarse el rey Juan II con la nobleza y el clero catalanes (1462-1472). La confluencia de esta guerra civil con los conflictos de los remensa en el campo y el de la Busca y la Biga en Barcelona dejaron al principado de Cataluña destrozado. A Juan II le sucedió Fernando de Aragón.


D. La Baja Edad Media: la expansión de la Corona de Aragón en el Mediterráneo.

Pedro III el Grande (1276-1285) lanzó a la Corona aragonesa a una política de autentico imperialismo mediterráneo.
Aragón se incorporó tres grandes islas del Mediterráneo occidental: Sicilia, Córcega y Cerdeña.
Esta expansión chocó con los intereses de la corona francesa y del Papa. Se inicia así un elemento clave de la política exterior aragonesa, y posteriormente española, que se prolongará durante varios siglos: la lucha con Francia por la hegemonía en los estados italianos.
Con Jaime II (1291-1327) el imperialismo catalano-aragonés en el Mediterráneo experimentó un nuevo impulso. La aventura de los almogávares en el Mediterráneo oriental es la más célebre expresión de este proceso.
Los almogávares eran soldados mercenarios, originarios de tierras de la Corona de Aragón. En la primera mitad del siglo XIV, recorrieron el mar Mediterráneo ayudando a diversas campañas aragonesas impulsadas por el expansionismo comercial catalán. Almogavar significa en árabe 'el que hace algaradas o correrías' del vocablo 'al-mugawar'.
En el año 1302 embarcaron hacia Bizancio (la antigua Constantinopla, actual Estambul). El emperador bizantino les había contratado para luchar contra los turcos. Al frente iba Roger de Flor (1267-1305), aventurero de origen alemán, con el que obtuvieron grandes victorias contra los turcos en Asia Menor.
Sin embargo, tras el asesinato de Roger de Flor en 1305 se dedicaron, como forma de venganza, a la devastación y al saqueo. Posteriormente se pusieron al servicio del duque de Atenas, pero en 1311 ocuparon dicho condado. Su entrada en la capital ateniense al grito de "Aragón, Aragón" es el punto culmen de la dominación catalano-aragonesa del Mare Nostrum. En 1319 crearon el señorío de Neopatria.
Hay que destacar que el coste económico de estas empresas imperialistas forzó a los reyes de Aragón a pedir ayuda continuamente a la nobleza y al clero. Este es uno de los factores que explican que la monarquía aragonesa fuera una ”monarquía pactista”
El último impulso del imperialismo catalano-aragonés en el mediterráneo llegó con Alfonso V el Magnánimo (1416-1458) quien anexionó el reino de Nápoles en 1443, en lucha contra los franceses y las potencias italianas (Venecia, Florencia y el Papa). A partir de este momento, Alfonso V estableció su corte en Nápoles, convirtió la ciudad un gran centro humanístico y se dedicó por completo a la política italiana.


E.Las rutas atlánticas: Castellanos y portugueses durante la Baja Edad Media. Las Islas Canarias.

Desde el siglo XIII se estaba produciendo una lenta pero inexorable mutación geográfica desde el Mediterráneo hacia el Atlántico, debido a numerosos factores, tanto políticos como económicos y tecnológicos.
La fachada marítima de Portugal y la costa atlántica de Andalucía ocupaban, desde ese punto de vista, una posición estratégica de primera magnitud. En el transcurso del siglo XV la Corona de Castilla, que había puesto los pies en las islas Canarias al comenzar dicha centuria, fue protagonista de una notable expansión por la costa occidental de Africa, ya fuera para explotar sus pesquerías o para realizar un lucrativo comercio.
En esas actividades participaban, sin duda, los grandes linajes de la nobleza de Andalucía, como los Guzmán o los Ponce de León, a los que, además de señores de tierra adentro, se les consideraba como señores de la mar. Pero, sobre todo, había en la costa atlántica de Andalucía un abigarrado mundo de mareantes y de pescadores.
Hacia finales del siglo XIII o probablemente antes debieron realizarse los primeros viajes a las islas Canarias, organizados por comerciantes, haciéndose más frecuentes a lo largo de la centuria siguiente. Estos viajes hicieron que las Canarias fueran bien conocidas en la segunda mitad del siglo XIV.
La conquista del Archipiélago Canario duró cerca de un siglo, desde 1402 hasta 1496. Varios factores fueron la causa de que se alargara tanto, como la falta de medios económicos por parte de los conquistadores, la fuerte resistencia que ofrecieron algunas islas y también que las islas no eran tan ricas como muchos europeos suponían y ante esta evidencia bajaba mucho el afán descubridor.
Puede dividirse en dos fases la conquista de Canarias, una primera parte realizada por Jean Bethencourt (normando al servicio de la corona castellana), quien, a partir de 1402, somete a las islas de Lanzarote, Fuerteventura y El Hierro, posiblemente también La Gomera, y una segunda bajo el reinado de los Reyes Católicos, con la conquista de Gran Canaria, La Palma y Tenerife.
No tiene por ello nada de extraño que fuera precisamente en ese territorio en donde, años más tarde, encontrara Cristóbal Colón tanto el aliento como las bases materiales para llevar a cabo su proyecto de viaje a las Indias cruzando el Atlántico.
Por su parte, los portugueses avanzaron de forma decisiva en la exploración y la toma de enclaves comerciales en las costas africanas y el Atlántico. Los archipiélagos de las Azores y la isla de Madeira son ejemplos de esta expansión que finalmente llevaría a fines del siglo XV a las expediciones de Bartolomé Diaz, que dio la vuelta al Cabo de Buena Esperanza, y de Vasco de Gama, quien finalmente conseguirá llegar a la India costeando el continente africano.